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Un trabajo que intriga, que moviliza

Reseña de iluSORIAS, de Alberto Laiseca y 168 artistas del realismo delirante (Muerde Muertos, 2013), por Andrés Valenzuela para Cuadritos, periodismo de historieta (*)

La figura de Alberto Laiseca es, cuanto menos, difícil de definir. Si se considera su laboral como presentador de cortos de terror o cine de género en el cable, se tiene una imagen. Si se agrega su posición como “consultor sentimental” en Cupido surge un sentido de la extrañeza inusual. La idea misma bordea lo bizarro. Pero cuando se lo menciona entre sus admiradores, uno tiene la sensación de estar ante las puertas de un culto secreto y misterioso, que lo adora con reverencia. Un culto en el que quien no lo leyó resulta un profano. Porque sí, Laiseca también —o mejor dicho, sobre todo— escribe. Y escribe tremendamente, además.
Ricardo Piglia dijo de Los sorias, su mayor obra, que era “la mejor novela que se ha escrito en la Argentina desde Los siete locos”. Ser comparado con Roberto Arlt por un pelandrún cualquiera es una cosa. Que el podio lo designe alguien de la envergadura de Piglia, muy otra cuestión. Sin embargo, como muchas otras novelas míticas, muchos hablan de Los sorias, pero pocos leyeron el mamotreto de 1300 páginas. Un poco como La ciudad ausente, del crítico y escritor que traemos a colación aquí para hablar de la obra de Laiseca.
Sin embargo, Laiseca se las arregló para influenciar a centenares de artistas de toda índole. Su llegada no se limita ni a otros poetas y escritores ni a cineastas, sino también ilustradores, historietistas, diseñadores gráficos, arquitectos, fotógrafos, plásticos y… vaya uno a saber qué más. Esto queda en evidencia cuando uno se encuentra con iluSORIAS, suerte de lectura ilustrada —imposible llamarle “versión” o “adaptación”— de la obra capital del realismo delirante que fundó el homenajeado. De iluSORIAS participan más de 160 artistas de distintas disciplinas para capturar, a razón de una imagen por capítulo, los 165 capítulos de Los sorias.
El libro es fruto de un trabajo de edición y recopilación de la editorial Muerde Muertos. Un trabajo monumental al que se sumaron nombres como los artistas plásticos Clorindo Testa o Silvana Lacarra, escritores como Selva Almada o Juan Sasturain, historietistas como Max Aguirre, Federico Reggiani, Juan Sáenz Valiente y Érica Villar, humoristas gráficos como Sergio Langer, Iñaki Echeverría y Siulnas. Hasta el propio Laiseca toma el lápiz. El resultado es complejo y casi inabordable.
Si los intentos por trazar un mapa de la novela son vanos, pues resulta casi indescriptible por lo fragmentaria y delirante, más difícil aún será poner orden a un libro que busca resumir cada capítulo en una imagen, y más difícil aún si cada una de esas imágenes está realizada por alguien distinto, con estilos y trasfondos diferentes.
En todo caso lo que queda es un trabajo que intriga, que moviliza. ¿Qué relato extraño en este capítulo motivo esta imagen en esta página? El “pictolector” debe adivinar qué se esconde detrás de tal escena orgiástica, tal otra imagen bizarro-militarista, o los símbolos mágicos que pululan aquí y allá. ¿Quiénes son esos personajes que parecen perderse para volver a repetirse luego? ¿Qué rol cumplen esas ciudades, esos antros y esos paisajes en la historia? ¿Hay una historia que se pueda seguir? Y sin embargo, cuando se atraviesan los 165 dibujos/historietas/fotografías/planos/cosos, queda una sensación de espíritu único, de obra plasmada.
(*) Jueves 27 de junio de 2013