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Los retratos de Laiseca

Reseña de iluSORIAS, de Alberto Laiseca y 168 artistas del realismo delirante (Muerde Muertos, 2013), por Mariano Vespa para Perfil (*)


A quince años de la primera edición de Los sorias, ars magna de Alberto Laiseca, el sello Muerde Muertos acaba de lanzar iluSORIAS, un colosal homenaje compuesto por 165 ilustraciones, en concordancia con los capítulos de la novela. Los discípulos de Laiseca no solo supieron absorber su influencia en obras tan inclasificables y heterogéneas como las de su maestro, sino que también se dieron el lujo de editarle Beber en rojo y el Manual Sadomasoporno (en este caso por parte del colectivo Carne Argentina).  La propuesta de iluSORIAS, a diferencia de sus predecesores, es estrictamente icónica.
Los sorias permaneció inédita durante dieciséis años. Mucho antes de su materialización, circuló en fotocopias con notable repercusión en el ambiente literario.  A la espera de una tercera edición —la última fue en 2004—  esta  novela, compuesta por más de 1300 páginas, hoy solo puede leerse en sitios de distribución gratuita de documentos como Scribd, algo que Laiseca describiría como un engranaje de la maquinaria nociva del Príncipe de las Tinieblas. Más allá de la paradoja, es valioso y necesario preguntarse qué mantiene vivo a este libro, fundamental a la hora de entender el rumbo de la literatura argentina de las últimas décadas.  El carácter fractal —como señaló Fogwill— , y el uso de la lengua en peligro extremo – en palabras de Piglia -, sumado a la originalidad y a las múltiples lecturas que suscita, hacen que Los sorias tenga su propio peso especifico.  Un clásico —decía Borges—  “es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad”.  Detenerse en esa definición permite establecer el valor de iluSORIAS. Si en más de una entrevista Laiseca manifestó que su máximo temor respecto al destino de su obra era el olvido, iluSORIAS propone una relectura. Carlos Marcos y Mica Hernández, responsables de la publicación, afrontan ese desafío con seriedad y admiración.
IluSORIAS puede leerse como una intervención colectiva independiente, no obstante el lazo umbilical que la conecta con Los sorias.  Se trata de un proyecto transdisciplinario, acorde a las posibilidades y restricciones que el soporte ofrece. Participaron ilustradores, artistas plásticos, psicoanalistas, artistas callejeros, fotógrafos, pintores, escritores, historietistas. Clorindo Testa, Carlos Regazzoni, Marcos López, Carlos Masoch y Silvana Lacarra, son solo algunos de los artistas consagrados que prestaron su trazo.  El mismo Laiseca participó en el  capitulo “Albergues para animales mágicos”.  Respecto a la convocatoria, Marcos aclaró: “La selección fue hecha en relación a un universo imaginario alrededor de Los sorias puntualmente y la obra de Alberto Laiseca en general, un universo imaginario creado por nosotros, claro. Dos ejemplos muy diferentes son, por un lado, el primer capítulo donde incluimos una Radiografía paranoica de Juan Batlle Planas, un gran pintor argentino que trabajó como ilustrador y tapista durante muchos años, lo elegimos justamente porque la paranoia es un tema fundamental en Los sorias. Y, por otro lado, el último capítulo lo realizó magistralmente la hija de Alberto, Julieta Laiseca, dando imagen a la batalla final en la famosa humanización del tirano a través del amor.”  Un detalle: varios de los protagonistas elegidos no habían tenido contacto alguno con Los sorias antes de la propuesta, es decir que solo trabajaron a partir de su recorte.
La mayoría de los libros que conforman la voluminosa biblioteca de Alberto Laiseca están forrados con papel blanco para despistar a algún eventual saqueador. ¿Habrá escondido ya su ejemplar de IluSORIAS? La curiosidad es parte del mito Laiseca, que irrumpe y se torna monstruoso.
(*) Domingo 9 de junio de 2013.